Estos días han sido simplemente perfectos.
Por mas que lo intente, no logro expresar claramente lo maravillosa que ha sido mi corta estadía en las tierras andinas ésta semana, sin embargo, pudiera resumirse en dos breves palabras: calor y frío.
Aunque, éstos dos términos representen dos polos opuestos, pueden llegar a relacionarse entre si.
Cuando hablo del calor, no quiere decir realmente esa sensación producida por el sol o factores únicamente físicos, si no, que hablo de un calor hogareño y acogedor, de ese que solo se encuentra en las personas y en algunos lugares, que te hacen sentir como en casa, como si pertenecieras allí desde siempre.
Desde el carisma y el cariño de la gente, hasta la comida y la cultura.
Pues si, ese es el calor que te hacen sentir las tierras andinas y es esa sensación la que no cambiaría por nada del mundo.
Pero ésta también el frío, que es una parte importante, ¿porqué? Por el chocolate caliente, por los 'caldos' de papa y gallina, por despertarse en la mañana y tener que colocarte un abrigo, por las arepas recién hechas de harina de trigo y por esos paisajes únicos que solo pueden estar en un clima frío.
Así que, es eso, es la combinación de calor y frío lo que hacen que esté perdidamente enamorada de éste lugar, y, ahora que tengo que regresar de nuevo a mi ciudad, -que es todo lo opuesto a las tierras andinas, tanto por el clima como por la gente- siento que extrañare inmensamente estar aquí, esperando con ansias volver a venir.
See you soon.
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