Mariana

Estaba allí, conversando con algunas chicas de mi curso de un tema demasiado trivial para mi gusto cuando noto que entre la multitud sobresalía ese cabello castaño al otro lado del pasillo.
Sin despedirme, -dudo que alguien se haya dado cuenta de mi ausencia- empecé a deambular sin sentido por el amplio corredor que se extendía ante mi..
Lo primero que sentí fue que mis rodillas empezaron a flaquear y luego de un rato fui consciente de que mi cara se había estrellado contra el suelo... Ninguno de los que allí se encontraban había reparado en mi presencia, ni siquiera cuando el suelo tronó debido a mi caída. Estaban tan inmersos en sus conversaciones que parecían hallarse en otro mundo.
Me levanté, y antes de poder dar vuelta atrás y fingir que no había pasado nada, caí en la cuenta de que estaba a un paso de tocar esa cabellera castaña que reconocería en cualquier parte...
Tomé aire con fuerza y en un susurro dije su nombre.

Parecía confundido, pero yo sabía lo que hacía y con fuerza me arrojé sobre él.
Solo se me ocurrió una palabra en ese instante:


Abrazame.


Y todo pareció haberse congelado en el tiempo.

Había estado esperando con tantas ansias ése momento que ya no me importaba nada en el mundo que no fuera estar allí... Junto a él.
Pero no, no.. ¡No!.
Todo esto era una total equivocación, ¿y si ella me estaba observando en ése preciso instante? Sabía que él no estaba 'disponible' y eso hizo que a duras penas lograra liberarme del abrazo.
Sin mirarle siquiera el rostro, traté de alejarme a toda prisa. Deseaba con todas mis fuerzas que repentinamente el suelo se partiera en dos y me dejara sepultada allí de por vida.
Y justo en ese momento oí con claridad aquello que resonó con fuerza en mi interior...

- ¡Mariana!.

Tan solo era mi nombre, pero de algo estaba segura... Era él quien me llamaba.


Fin de otro de mis sueños.