Llora a solas, grita y échale la culpa a tu almohada de todo lo que te sucede. Pregúntale a la luna el porqué de tus penas pero no te quejes cuando no halles nada mas que silencio.

Oculta entre las sábanas, pensarás en todo lo que arruinaste por querer jugar a sentir lo que no sientes, por haber creído que todo estaría mejor. Y ahora, nada. Tus sentimientos se esfumaron y te dejaron la soledad como tu única compañía. No hay nada mas que lágrimas que prometen nunca acabarse. No sientes nada. Estás vacía.
Vacía, porque lo tienes todo y a la vez no tienes nada. Porque te falta esa única cosa indispensable que no se puede sustituir.
Y corres. Y gritas. Y lloras. Pero al final acabarás en lo mismo. Tratando de buscarle respuestas a las cosas mas simples, a cosas que son así sencillamente por que así fueron hechas. Buscándole remedio a lo que no tiene cura.
Y te mientes a ti misma y te obligas a creerlo todo. Pero no hay nada que hacer. El daño ya está hecho.
Y ese daño que ya está hecho es el que te va hacer una persona más fuerte.
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