Te echo tanto de menos que no tengo las ganas de dejarte ir.
Aunque he borrado nuestra fotografía de mi celular, guardé cada detalle de ella en mi memoria y me atormenta a diario.
Estoy sola sobre mi cama, leo un libro o veo una película, y cuando subo la cara y miro hacia el techo, no hago más que pensar en ti.
Siento tu barbilla apoyada en mi cabeza y cuento cada parte de mi cara en donde aún arden tus besos. Me toco los labios como si aún estuvieras allí, como si tuvieses mi mejilla entre tus manos y mirándome de nuevo presionaras tu boca en la mía.
Y me miras de lejos, con esa mirada profunda tuya... A poco no has visto mis rodillas flaquear. No puedo mirarte aunque quiera, perdería mi norte una vez más.
Y te observo llorar en silencio y siento como mis ojos se hunden en lágrimas también, porque aunque ya no sea aquella a quien le cuentas tus problemas, no hay un día en el que me dejes de importar. Cuando sonríes, así sea con ella, por mucho que duela me alegras la tarde. Tus sonrisas son lo más lindo que tengo, aunque ni una de ellas tenga relación a mi.
Te amo tanto, con locura y entrega...
Daría, mi vida, lo que fuera únicamente por verte feliz, aunque para ello deba, incluso alejarme de ti.
Aún así, siempre estás presente y aunque triste y desesperada, guardo mis sueños debajo de la cama durante el día contando las horas para volverte a ver la noche siguiente. Y si sueñas conmigo, no sería ninguna casualidad tampoco, porque siempre me duermo pensando(te).
Y te echo tanto de menos, disculpa que empiece otra vez... Aunque no sé que sería de mi si me entero que de vez en cuando me echas de menos también.
viernes, 30 de enero de 2015
Me faltas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué opinas?