Aquí va otra noche,
y sigo caminando sin rumbo,
buscándote.
Cierro mis ojos,
no te veo,
pero recuerdo cuando me decías que siempre estarías allí,
en el borde del abismo que creé para mi misma,
con tus brazos amarrados a mi espalda... Y a mi alma.
Me dejas,
una y otra, y otra vez,
y yo me mantengo esperando a que regreses,
porque siempre lo haces,
aunque ésta vez me pregunto si será la última,
si es que no piensas volver.
Los períodos de ausencia se han hecho más largos,
tu indiferencia más hiriente,
tus besos más lejanos,
tu roce más ligero...
Te desvaneces de mi mente,
mientras a ojos cerrados,
te ruego de nuevo que nos salves,
que no dejes que esto acabe,
que me salves... De mi misma.
Pero es tarde,
tu lo has dicho,
habíamos durado mucho y era cuestión de tiempo,
para que te cansaras de mi drama,
y yo de tu intermitencia.
Entonces, creo haber oído a mi corazón romperse... De nuevo.
Aunque si das la vuelta y me abrazas,
por una milésima de segundo,
quizás pueda recoger alguna de las piezas,
y recomponerme...
Para nuevamente,
devota y fiel,
volver a entregarme a ti.
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