Nuestro tiempo es corto,
limitado,
insuficiente.
Dura lo mismo que aquellos segundos en los que te miré a los ojos, frente a frente, la primera vez.
— creía conocerte a través de esa fría pantalla (una pantalla que era todo lo que teníamos) hasta que te vi, mi amor, y quedé muda
y mis piernas no daban respuesta alguna.
Porque sí, es cierto que había visto tus ojos antes, en las fotos y en tantas videollamadas, pero nunca imaginé cómo sería verme a mí reflejada en ellos, en las pupilas más lindas y honestas que había visto alguna vez.
Así que, por unos segundos, no sólo estábamos uno frente al otro, estábamos uno dentro del otro, siendo reflejados por nuestras almas por primera vez, dejando todo a un lado como un ciego que, finalmente, logra ver; sumidos en un mundo donde habitaban millones de nosotros, conjugados en todos los verbos y tiempos... — Como decía al principio, niño mío, nuestro tiempo es corto,
limitado,
insuficiente:
en el momento que nuestras miradas se separaron y nuestras almas dejaron de ser una sola susurrabas a mi oído que eras real
y ahora (que hemos tenido mucho más que una pantalla),
con gritos ahogados,
solo te escucho decirme adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué opinas?