ni qué decir los domingos por la noche
cuando se está más solo
o más expectante.
Pero por más que se espere
nada ocurre
por lo que decidimos dormirnos
o en el peor de los casos, lidiar con el insomnio
que nada más nos recuerda
cuán asfixiante
puede volverse la tristeza.
Ya nadie tiene conversaciones interesantes
aunque hay mucho por decir los domingos por la noche
cuando se está más triste
y desesperado.
Pero ya no hay quien escuche
ya no hay quien comprenda
ya no hay
no hay más que personas tristes.
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