No eran los principios
los que perseguía
eran los finales
aunque
míseramente
arrastrándome
hacia las tumbas
repetía plegarias
a los comienzos
Aún sintiendo
chocar a los talones
contra los barrotes fríos
de una finitud indesafiable
quería ser lluvia
hasta descubrir asfalto
y alcantarillas moribundas
que me regresarían
como un juego sádico
al encierro
Y así, el viento
o el polvo que arrastra
todos destinados
a pernoctar en celdas
en las que no saben
cómo han terminado
Abracé entonces la idea
de una libertad mutante
un tablero
en una contienda de mesa
por decidirme de una vez
a abandonarme a lo finito
y al consumirme en las barreras
compartir su infinitud
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