lunes, 1 de abril de 2024

Sobre el ser que no soy

PRÓLOGO

Esta no es una historia sobre mi. Esta es una historia sobre todo aquello que no soy (o al menos que ya no soy más). Sobre todo lo que ya no me pertenece.
Así pues, he decidido contar esta historia desde la ausencia, desde el adiós y la nada en la que ahora habito; desde la cuchilla fría de la soledad que ahora juega a diseccionar mis pérdidas y mis baúles sin fondo llenos del más rencoroso vacío.
Entonces, como esto no es sobre mi, he venido a hablarles de ella. 
Ella que no tiene un nombre, sino muchos. Ella que es atemporal pero cuya existencia es solo posible a través del tiempo. Pero vayamos desde el principio: 

A ella le gustaban los nuggets de MacDonalds, no puede recordar ningún momento en el que no haya sido así. Pero no le gustaban las hamburguesas de carne porque en el colegio le dijeron que las preparaban con gusanos. 
Por otro lado, a ella nunca le han gustado las bebidas con gas. ¿La CocaCola? Insoportable. No podía entender como la gente se la toma como si fuese agua. 
Por alguna razón, al enfrentarse a la ventanilla del AutoMac, su papá siempre recordaba pedirle nuggets, pero aquí vamos otra vez:
- ¿Qué quieres tomar? ¿Chinotto, CocaCola, Pepsi?
- No papá, Nestea o Agua, recuerda que no me gusta el gas.
Y así era su papá, podía recordar el nombre de todas las amigas que ella había tenido a través de los años, pero a veces se olvidaba de pequeños detalles como que no le gustaba la CocaCola o algunos no tan pequeños como su fecha de nacimiento. Es irónico porque el tipo tenía esa fecha como pregunta de seguridad del banco, y cada vez que se la preguntaban él iba y:
- ¿Qué día fue que naciste tú?
- El 14 de abril del 99, papá.
- ¿No fue el 98?
- No, papá, del 99.
Y así, por siempre saber las respuestas de seguridad del banco, él la bautizaría: MariNet. La que todo lo sabe, la que siempre resuelve.
No sabía él entonces que lo que parecía ser un cumplido, era mas bien una sentencia de muerte.

A su mamá le gustaba grabarlo todo. Grababa a sus hijos comiendo, llorando, riendo, discutiendo, cantando, bailando o durmiendo. Grababa a su esposo que le gustaba bajarse los pantalones y mostrar las nalgas ante la cámara. Grababa todos los viajes: cuando aterrizaba el avión, cuando llegaban al hotel, cuando se metían en la piscina, cuando desayunaban en el buffet. 
Y ella, por suerte, amaba las cámaras. Así que cuando su mamá grababa, ella entraba en personaje. O mejor dicho, podía entrar en personaje incluso sin saber que la grababan. 
Y así podía estar un día, gateando por las escaleras, cantando melodías inventadas, cuando su mamá quien la perseguía con cámara en mano le preguntaría ¿Y tú cómo te llamas? y ella respondería sin lugar a dudas: Mariana Popovish. Menos de un año tendría, sin saber si quiera caminar bien, pero estaba segura de que su nombre era Mariana Popovish, y que nadie se atreviera a decirle lo contrario. Su mamá y su cámara la llamarían así por el resto de su vida. O al menos cuando la primera estaba de buen humor. De resto, algunos otros nombres favoritos eran: ridícula, dramática, exagerada, bruta y otros más dependiendo del día.

Su hermano nació con dificultades en el lenguaje, y al no poder pronunciar el nombre completo la llamaba Nana. Cuando la niñera la regañaba, se convertía en Mariana Jesús. Con sus amigos cercanos se transformaría en Mari, pero con la familia materna mutaría a Marianita. La familia paterna, por otro lado, la conocería como Mancoreta. Con uno de sus novios sería Babu, mientras que con otro sería solo Mi amor. Los bullies la llamarían Yepesa, debido a su contextura corporal. Y aunque a efectos de la ley era Mariana Isabel, casi nadie realmente sabría su segundo nombre. Así, cada nombre, o cada máscara, iba dictando su lugar en el mundo, iba generando una escisión que luego sería casi imposible unificar. Ya no era sino un conjunto de pedazos dispersos entre las manos de otros: amada por compartimentos, nunca en completitud. 

Querido lector, ya ves que esta no es una historia sobre mi. Pues la verdad (si es que hay alguna) es que he dejado tanto de mi en todas partes, en tanta gente ahora distante, que ya de mi no tengo.
Entonces, esta es la historia de MariNet, de Popovish, de Nana, de Mariana Jesús, de Mari, de Marianita, de Mancoreta, de Babu, de Mi amor, de Yepesa, de ridícula, dramática, exagerada, bruta, fea, gorda, despeinada... Y quizá, muy al final, si encontrase la manera de recoger y pegar tantos retazos de existencia, podría ultimadamente ser la historia de Mariana. 

CAPÍTULO I

Tengo la costumbre de reírme de los momentos más traumáticos de mi vida, como si fuesen parte de un stand-up comedy muy cruel. A veces los demás no se ríen conmigo. En esos casos, la seriedad es un balde de agua fría que me recuerda que esas cosas realmente sucedieron, me sucedieron, y el ardor de las heridas más profundas vuelve con la fuerza de una ola de esas que te revuelcan hasta impedirte respirar. 
Entonces, lector, te voy a contar esta historia esperando que te haga reír. No me tengas lástima porque no me consuela en absoluto. Sígueme la corriente y finjamos que esto es una ficción más








miércoles, 6 de septiembre de 2023

Por favor, DNR

 No quiero revivir lo que pasó. 

Hace meses le compré un pasaje a mi abuela para que viniera a ver como vivía y como me sentía acá. Para que compartiera conmigo la emoción que yo sabía que sentiría por su sangre andina. 
Y luego JM le compró el pasaje a mi mamá y luego mi mamá a mi hermano.
Yo me dije a mi misma que estaba preparada.
Y no.

No quiero revivir lo que pasó.

Pero entonces ya estaba en un hospital y nadie lograba atenderme apropiadamente. Pero entonces Jorge llegó y ya no sé que hacer con esos sentimientos. Ya no sé que hacer con nada. Y ya no quiero pensar en nada.
Volví a estar sola, volví a estar en mi lugar de paz. Pero mi cerebro no está en paz, mi cerebro se siente triste porque mi abuela no tuvo el viaje perfecto que yo quería que tuviera y está triste porque los momentos juntas se vieron empañadas por las apariciones del demonio.
Quisiera leer muy atrás en este blog sobre las primeras apariciones del demonio y venir luego hacia adelante y decir: Dios mío, ya muérete, ya acábate, ya es mucho tiempo. El demonio sobrevivió a mi papá, y se adueñó de mi hermano, se apoderó de él y me cuesta creer que mi familia no está maldita.

Quiero aislarme de todo y de todos. Pero también necesito a mis amigas: A Gaby, a Cami, a Valen, a Fenchu y el club de lectura, a Marian. Y al mismo tiempo siento que lo que sea que pueda darles en este momento es insuficiente.
Me siento triste, vacía, con la pregunta en la lengua de: ¿y ahora qué?

¿Y ahora qué? Tres años después me volví a intoxicar con pastillas. Tres años después fantaseé con la idea de morir que creía que se había ido. 

Es la herida del abandono, esa herida maldita que tiene sal encima y me arde y me arde y me arde y me arde. 
Una herida que reabre mi hermano con su presencia porque es un recordatorio del papá que me dejó. Una herida que reabrí estúpidamente con Jorge porque permití que tuviese un lugar importante para mi. La misma herida de Paul, de David, de Daniel, de Mauricio, de Gabriel, de Arturo. Pero me da rabia y todo que la herida no sea solo la herida de la amistad, sino de una ridiculez de esperanza romántica a la que me abrí sin querer pero sabiendo. 

Por eso estoy cerrada. O estaba. Porque ahora estoy abierta y mis sentimientos están así mostrándose como tentáculos fuera de mi y no logro volverlos a poner dentro. Y no logro contener mi frustración, y mis ganas de llorar, y mi impotencia y el dolor tan pero tan pero tan profundo que me genera cualquier circunstancia relacionada con la pérdida, ya sea en el trabajo o en el corazón. 

Me duele tanto tanto todo que me cuesta volver a ser la yo que era antes de que vinieran, la yo que estaba en paz con su momento presente y que trabajaba en terapia su tema alimenticio o su dismorfia corporal. 

Esta Mariana, la Mariana melancólica, me la conozco tanto que al decirle hola me guiña el ojo y sigue llorando. 
Cuando me diagnosticaron que mi tipo de depresión era melancólica todo hizo sentido: lo visible que era para mi el dolor, lo gráfico que era el abandono y el vacío. Lo visible porque puedo ver mis emociones como mis entrañas saliendo de mi, lo gráfico porque puedo verme escurriéndome en un hoyo en espiral sin fondo, lo vívido porque puedo sentir cada pulsación de mi pecho, cada retorcijón de mi estómago, cada corrientazo es mis brazos, cada grito ahogado atrapado en mi garganta. Hasta que soy solo eso, dolor atrapado en dolor. Una capa tras otra de sufrimiento y pérdida. Como una mandarina que nunca se termina de pelar y de la que nunca sale jugo. 

Melancolía, le dicen, a la desesperación sin asidero, a ahogarse y ahogarse y ahogarse y no luchar por mantenerse a flote, solo estar ahí, sintiendo el sufrimiento, viéndolo, llorándolo, como si no fuese mío, como si le perteneciera a otro, pero que igual me doliera a mi.

Y por eso los 6mg de clonazepam me gritaban que acabara con eso, que ya, ya, ya, no más!!!! un salvavidas, un grito, algo. Pero nada detenía la caída y la muerte.

Porque morir no es tomarme pastillas y fallecer corpóreamente. Morir es lo que pasa cuando hay melancolía, es agonía, es morirse y morirse y morirse una y otra vez y no terminarse de morir. Y yo solo quería dejar de morir, así implicara matarme en serio. Una orden de Do Not Resuscitate.

Y luego Joty y luego ver a Jorge y darme cuenta de que lo que frenó mi desesperación fue verlo y entonces darme cuenta de que estoy en la mierda mas de las mierdas, porque un egoísta, poco empático, manipulador y ligeramente violento ser humano fue capaz de abrazarme y poner en pausa todo el dolor y la agonía. ¿Y ahora qué?

¿Alejarme por completo, desaparecer, irme de país? Siento que necesito desesperadamente irme a Cúcuta una semana a respirar o cualquier lugar que me haga pensar menos en Jorge y más en mi. Más en mi capacidad de enfrentar el vacío y la caída sin él. Y sobre todo, despedirme de la melancolía una vez más hasta que nos volvamos a encontrar.


sábado, 12 de agosto de 2023

Bu

 Soy bisexual.

Me gustan las mujeres. Me gustan las mujeres.

Me gustan las mujeres. Y una y otra vez he autosaboteado mis relaciones con ellas gracias a la culpa. La culpa de que mi familia sepa. De que mi abuela sepa. 

Pero siempre me han gustado las mujeres. Me gustaban las mujeres de las películas de disney, me gustaba Mandy de Billy y Mandy, me gustaba una de mis primeras amigas del colegio, me gustaba Mar, me gustaba mucho Mónica, me gustaba mucho Marina, y Freyeli (mi major regret), y Yoleska, y Andrea (Dios mío Andrea), y la otra Andrea, y Alejandra, claro que me gustaba Alejandra. 

Y con todas y cada una la jodí. 

Y la verdad es que no solo es que me intimidan porque las mujeres son perfectas, y suaves, y se ríen lindo, y huelen bien y son diosas. Si no que no sé si soy capaz de estar en una relación ni siquiera casual con alguien porque siento que cada vez que lo hago le rompo el corazón a mi abuela. Y mi abuela, es la persona MAS importante en mi vida. Mi abuela es todo para mi,

Pero me gustan las mujeres, adoro a las mujeres, admiro a las mujeres, le rezaría a las mujeres solamente porque me vean un segundo, porque me sonrían un segundo, Dios, que perfectas son las mujeres, Amo a las mujeres, carajo.

Y no soy fiel a mi misma, y me oculto horrible bajo una pose y a veces no digo nada cuando hace comentarios homofóbicos y a veces hasta me muestro de acuerdo.

Ni siquiera estando a un país de distancia me siento tranquila porque siento que la estoy decepcionando, que la estoy hiriendo, y nunca en mi vida quiero hacer que mi abuela esté triste ni por un segundo, ni decepcionada.

Mi abuela es mi vida pero yo también soy mi vida y so happens de que me encantan  las mujeres. 

And I wanna have a girlfriend and cuddle with her on weekends and watch cursi movies and kiss and go out and cook new things and travel and read together and swim together and sleep together but at the same time I'm just too of a coward to come out. 

Se siente horrible, tener 24, ser independiente y aun así no poder salir del closet. Aun asi odiarme un poquito por dentro por ser quien soy porque hoy me dije que no había nada defectuoso en mi pero parte de mi cree que amar a las mujeres es un enorme, horrible, imposible defecto.

Yo me amo. Yo soy mi lugar seguro, Yo soy perfecta como soy. Y aún así, me reprimo y me autosaboteo y me castigo cada vez que tengo el valor de hablar o salir con una mujer. 

Yo solo espero vivir long enough para poder ser yo misma cuando mi abuela ya no esté. Y quiero que mi abuela dure 1000 años entonces yo quiero vivir un poquito más para poder ser yo así sea lo que reste de ese tiempo.

Estoy tan cansada y aburrida de los hombres, estoy tan cansada y aburrida de fingir, estoy tan cansada y aburrida de restringirme. Porque I fucking like pussy. Porque I fucking like beautiful, perfect, sweet women. Y parte de mi doesn't even think I deserve them. Que son demasiado buenas y perfectas para mi.

So that's it. Me vi Love, Simon y me vi toda la temporada de Heartstopper y aquí estou, con la herida abierta de que soy una fucking bi enclosetada de mierda.

Cheers!

domingo, 14 de mayo de 2023

Feliz día de las madres

 Hoy quiero agradecerme. Quiero felicitarme. Hoy estoy muy orgullosa de mi.

Y desde lo más dentro de mi ser, esta Mariana pequeña de 8-9 años, que ya se daba cuenta de todo, que tenia miedo, que vivía intentando aislarse de una realidad horrible: esa Mariana niña, está muy muy orgullosa de ti Mariana adulta. La Mariana de hoy. Eres como siempre creí, mi modelo a seguir, y no eres perfecta pero estoy feliz de saber que contigo estoy a salvo, que contigo estamos haciendo las cosas bien, y que vamos a estar bien.

Hoy estoy orgullosa de mi. Tuve, como le dice mi terapeuta: mi primera conversación valiente con Lily. 

Ella ha tenido unos días difíciles y el viernes yo sorteé la situación y vi que ella estaba muy sensible, así que le di su espacio, la conforté como pude y no me tomé nada personal. Esa fue la primera batalla ganada. La batalla dentro de mi misma: una Mariana que aprendió de su mamá que todo lo que dicen y hacen es un ataque contra ella, y otra Mariana que sabe diferenciar lo que es de ella de lo de los demás, que sabe poner limites internos y entender que las otras personas tienen distintas maneras de expresar sus emociones y eso no es un ataque contra ti.

Hoy, estando en completa paz, no me imaginé que iba a tener esta primera conversación valiente. Esta mañana vino una señora a limpiar y cuando llegué a la casa la señora le decía a Lily que le había dejado la basura en el balcón para sacarla en la noche cuando pasara el aseo. Lily se rio y dijo: si, es que ese es mi trabajo. Mi pensamiento inmediato fue: ese no es su trabajo, es de ambas, pero me dije a mi misma que Lily estaba solo bromeando. 

Mas tarde en el día, llegué de hacerme las uñas y no quedamos hablando un rato de las series que íbamos a ver cuando llegara el televisor, y en eso, le hablé de The Office y de Greys Anatomy y de AHS. 

Hace una hora, estaba acostada acá en la cama viendo The Office y oigo a Lily hablando con Maru, contándole las cosas del día, y desafortunadamente escucho algo como: es que tu me dijiste que eligiera mis batallas, y esta mañana, la señora me dio la basura y yo dije claro! ese es mi trabajo (hay cosas que no entendí entonces por eso dejo este espacio en blanco) y siguió diciendo: y entonces luego la tipa me dice que quiere que veamos The Office y yo le digo que no... 

Y así ella siguió hablando y para mi, todo en mi mente se me nubló. Primero, porque a pesar de que no estaba escuchando todo, parecía como que ella se estuviese quejando y que estuviera muy molesta conmigo e indicando 1) que no la ayudo a sacar la basura 2) y que le digo que haga cosas que no quiere hacer. Y segundo, porque pensé: wow, se lo está diciendo así de feo a Maru, sabiendo que la puedo estar escuchando en vez de decírmelo a mí.

Y de una en mi mente apareció Zorella, su voz fuerte, dominante, castrante: como se atreve a hacer eso? que le pasa? Yo no puedo vivir aquí así, me voy a tener que mudar, esto me ofende y es inaceptable. Completamente me quedé 5 minutos tiesa de la molestia. Indignada y hasta con miedo porque pensé en que si así estaba empezando mi convivencia con ella, entonces esto iba a ser muy problemático. La reacción que Zorella quería era ir corriendo al cuarto de Lily y confrontarla y decirle que yo la estaba escuchando y explotar.

Pero decidí respirar varias veces y las palabras de mi terapeuta vinieron a mi cabeza otra vez: la función del enojo es poner límites, ¿Qué limites quiere poner este enojo? 

Después de que supe que ella había terminado su conversación, me levanté y caminé hacia su cuarto, con miedo de tener que hablar y sobre todo con el miedo de que fuese una confrontación como las que Zorella siempre quiere, que es solo conflicto sin solución, que solo busca destruir, desestimar y herir. 

Le toqué la puerta y le dije: oye Lily, solo quiero decirte, que si sientes que es tu trabajo sacar la basura quiero que sepas que no es así y que nunca he querido hacerte sentir de esa forma, y quiero que sepas que me puedes decir lo que te molesta directamente en cualquier momento y podemos hablarlo. 

Ella me pidió que me sentara y me senté. Me dijo que ella le estaba contando a Maru momentos que le parecieron graciosos e interesantes en el día porque ella le cuenta todo a Maru y que no estaba para nada molesta. Que ella había dicho lo de la basura en broma pero también me dijo que de cierta forma, encargarse de sacar la basura le daba estructura a ella porque es una persona de rutinas. Y que lo de las series lo dijo contándole lo diferente que somos en gustos de películas y series.

Lo primero que me vino a la cabeza fue: wow, Zorella ya estaba lista para atacar sin siquiera haber escuchado completo ni saber el contexto. Y luego que supe el contexto, me dio mucho alivio saber que yo había actuado de forma contraria a Zorella, y que más bien me había acercado con la intención de escucharla y de pedirle que fuese abierta y directa en su comunicación conmigo.

Estuvimos hablando otros minutos donde quise dejarle muy en claro que cualquier cosa que sintiera, así fuese nada mas una pequeña incomodidad, que me la dijera para no dejar que se convirtiera en una molestia más grande, que yo no me tomaba las cosas de forma personal y que de sentir que algo me lastimaba, se lo diría. Y que siempre hay manera de darle la vuelta a las cosas y llegar a acuerdos. Ella expresó lo mismo. Aclaramos ciertas cosas como el tono de voz o conductas que tenemos que a veces parecieran dirigidas hacia la otra persona pero que no tienen que ver con más nadie sino con uno mismo. Por ejemplo, el hecho que yo diga varias veces en el día en voz alta que hay que sacar la basura es un recordatorio para mi misma porque yo a veces pienso en voz alta y me repito cosas para no olvidar, y no quiero que ella nunca llegue a pensar que soy yo dándole ordenes de que ella tiene que sacar la basura. O el hecho de que cuando ella está estresada puede ser muy ruda y sin filtro al decir las cosas y a hablar más de la cuenta, como había pasado el viernes, y yo le reafirmé, que yo sabía que ella había tenido un mal día, y que sabía que no había sido una actitud contra mí, sino que era su manera de lidiar con sus emociones. 

Estoy TAN orgullosa de mi, porque mi primera reacción fue la que aprendí de mi mamá: cerrarme, ir hacia el conflicto, sentirme agredida y ofendida y querer herir de vuelta. Y la otra Mariana niña, que huye a la confrontación, se hubiese quedado callada sin hacer nada, sintiéndose mal por días, asumiendo cosas que no son verdad y probablemente explotando después.

Pero yo, la Mariana adulta del presente, lo identifiqué rápidamente y pensé: esta es precisamente una oportunidad para establecer la forma en la que nos vamos a comunicar las cosas de ahora en adelante, para que ella deje salir lo que necesite si ese era el caso y para buscar herramientas. Porque uno construye el lugar donde quiere vivir, y yo quiero vivir un lugar donde me sienta en paz.

Me siento orgullosa porque: 

1) antes de asumir y actuar ante un ataque, decidí acercarme a ella a verificar si así era realmente como se sentía y a hablarlo.

2) tuve la conversación a pesar del miedo de que saliera mal y del instinto que me decía que tenía que guardármelo. 

3) NO SOY MI MAMÁ. Y estoy rompiendo los patrones tóxicos de mi mamá que existen dentro de mi. La gente siente, dice y hace cosas, y muchas veces (la mayoría de las veces) esas cosas no tienen que ver contigo, sino con lo que pasa con ellos mismos internamente. 

4) Confirmé que todos tenemos formas de comunicarnos muy distintas y lo que para lily puede sonar como una orden, para mi es solo un recordatorio mental conmigo misma. Y lo que para mi puede sonar como una queja de lily en verdad es que su tono general al hablar tiende a ser duro. 

5) Establecimos nuestras primeras reglas de comunicación. 

6) Finalicé la conversación diciendo: confío en mi capacidad de comunicarme efectivamente contigo y confío en tu capacidad de comunicarte efectivamente conmigo. Porque si yo confío en que ella me va a decir las cosas y ella confía en que yo se las voy a decir, no hay necesidad de asumir, ni vivir en zozobra ni con ansiedad ni a la defensiva. Fue muy importante la manera en la que lo dije porque no solo confío en que ella lo va a hacer, sino que confío en que también soy capaz de expresarme, hablar, manifestar, mantener y negociar mis puntos de vista. 

La Mariana niña (y adulta) a la que todavía su mamá la hace callar y la minimiza y dice que su opinión no importa porque "su cerebro no está desarrollado", hoy se sintió en paz. 

La Mariana niña está agradecida con la adulta porque ante esa voz de esa mamá que le dice que no hable, que se calle, que reprima, La Mariana adulta decidió ir y hablar las cosas, y no sólo eso, sino que decidió hacerlo desde la asertividad y la calma y no desde la rabia y la agresión. 

Mi terapeuta me dijo hoy que durante mi vida había estado acostumbrada a los dos extremos: o a vivir en lugares donde no se respetó nunca mi espacio personal, o a vivir completamente sola y a veces aislada y que esto precisamente era un punto medio de crecimiento para mi. De balance. 

Estoy orgullosa de mi y estoy orgullosa y agradecida al final de todo esto con mi abuela también, porque mucho de esto, de esta valentía, de esta ecuanimidad, de esta racionalidad, de esta capacidad de escucha y expresión que ahora tengo, se la debo a su ejemplo y a su apoyo durante estos últimos años que para mi han sido decisivos en la formación de mis límites y mi personalidad. 

Capaz todo esto se lea como una cosa tonta, como que puse muy grande algo que en verdad es una pequeñez, pero para mi como adulta y para la Mariana que necesitaba esa contención y serenidad de niña, es un paso gigante. Es romper con todas esas conductas desadaptativas y seguir siempre escogiendo lo que me de paz y me vaya a hacer sentir mejor a mi y a mi entorno. 

Gracias a mi misma, y gracias Abue, durante todo el día te he tenido presente y aún más en este momento porque wow, has sido la palanca que me ha impulsado a ser mejor cada día, conmigo misma y con los demás. Te admiro, te amo, y aprovecho para desearte feliz día de las Madres. Quiero que sepas que cada vez que te hablo me siento en casa no importa en qué parte del mundo me encuentre y que deseo abrazarte pronto porque tu contención, tu apoyo y tu cariño para mi es una de las mayores bendiciones que Dios me ha podido dar.

sábado, 11 de marzo de 2023

amar la trama más que el desenlace

 11 de marzo del 2023

A veces me resulta raro haber llegado hasta acá. Muchas muchas veces deseé lo contrario. Aún así, hace aproximadamente dos años y medio, decidí darle una última oportunidad a la vida. Estoy agradecida de haberlo hecho, de haberme dejado a mi misma en manos de otros (que es un big deal para quienes como yo, se nos hace muy difícil pedir ayuda o delegar). Increíblemente, tuve que soltarme para poder traerme de vuelta. Evidentemente para poder recuperarse es necesario una pizquita de voluntad propia, pero el trabajo más pesado lo tuvieron los demás, que ponían la otra cuota de voluntad que yo ya no tenía. Si bien yo junté los pedazos rotos, necesité que los demás me sostuvieran la mano y me guiaran para que esta vez, la composición fuese distinta. El objetivo no era que las piezas encajaran unas con otras así como antes, sino crear algo nuevo y duradero a partir de lo que se había deshecho una y otra y otra vez en los últimos veintiún años de mi vida. 

Por todo esto, me resulta fantástico, casi imaginario, estar aquí escribiendo hoy. No quiero borrar mis posts anteriores ni quería abrirme un nuevo blog. Si bien, mi realidad ahora es muy distinta, la que escribe es la misma persona. 

Griselda, mi psicólogo de casi ya 6 años, me había venido diciendo desde años atrás que volviese a escribir. Pero escribir para mi no solo representaba una etapa muy dolorosa, sino que requiere una capacidad de introspección y contención emocional que no creía tener. El par de veces que lo hice en este último año, me quebraba casi inmediatamente, dejándome en un hueco que podía durar días. Sí, le agarré mucho miedo a escribir. Mucho más a escribir aquí, donde pasé años de mi vida sublimando como me sentía, donde hice parte de una comunidad mientras afuera mi red de apoyo era inexistente. Las personas y los momentos de los que hablo en este blog (para los que les de curiosidad leer los posts anteriores) vinieron y se fueron desde el dolor, desde la angustia y la perdida. Solía decir que cuando no estaba triste, no sabía sobre qué escribir, así que la mayoría de lo que está aquí viene de un lugar de mucho sufrimiento. Un sufrimiento muy particular, que se parecía a un pozo de agua estancada, con una predominante sensación de melancolía. Para darles más contexto, en mis peores momentos, solía terminar en la cama o en el piso, sin poder moverme, con el cuerpo doblado y los ojos cerrados, donde podía visualizar unas escaleras de caracol que solo bajaban y bajaban y bajaban sin fondo aparente. Me mareaba, me hacía doler el cuerpo y temblar, y si era una crisis aguda, podía pasar horas así hasta tener que salir corriendo al baño a vomitar. 

Escribir esto hace que se me revuelva el estómago del recuerdo, pero también me hace valorar mi momento presente. Es por eso que no borro los posts anteriores. Eso también se lo pueden agradecer a Griselda, que hace un par de meses hizo un ejercicio conmigo en donde me iba ubicando en distintos lugares del espacio de su consultorio, que representaban cada uno una época de mi vida, no para autocompadecerme, sino para aprender a mirar atrás con gratitud y valentía, para poder disfrutar este momento de "recolección" como ella lo llama. Fui en ese momento a su consultorio porque me habían dado un nuevo trabajo, el trabajo de mis sueños, y no podía creer que me estaba pasando eso a mí, ¿por qué a mí?

Aún estoy lidiando con el síndrome del impostor. Es uno de mis procesos actuales. Cuando la gente me pregunta que estudié me sigue dando vergüenza decir mi doble titulación, me da mucha más vergüenza decir que soy psicólogo, porque aunque los hechos y los papeles dicen que me gradué cum laude, que fui la primera de mis dos promociones, siento que no sé nada, siento que no fui yo quien hizo eso. A veces se me olvida todo lo que he hecho, todo lo que he tenido que sobrevenir, lo que he llevado sobre mis hombros, las heridas que he tenido que sanar, toda esa lucha sin más armas que mi propia piel. Por eso el ejercicio que Griselda y yo hacíamos, porque esta Mariana de estos posts, aunque no lo supiera, era la persona más valiente del mundo, una clase de valentía, resistencia y determinación que se me hace casi imposible concebir hoy en día. Hoy, ya he levantado tantos muros de protección y ya he establecido tanto mis límites, que salir a luchar como hacía ella, sin siquiera la mitad de los recursos que tengo ahora, me parece irreal. Pero no era una heroína, era una persona que recibía y recibía golpes porque creía que los merecía, porque creía que su misión en la vida era ser ese saco de boxeo, era ser el muro de contención de otros y hacer realidad los deseos de los demás, sin ningún tipo de contemplación en el daño que eso pudiese causar en sí misma, porque realmente "sí misma" no importaba.  

Pero a veces pasan días como ayer que escucho un podcast que me gusta mucho y está hablando una filósofa y no sólo entiendo lo que dice, sino que digo: hey, yo ya sé esto. ¿Recuerdas que estudiaste esto, Mariana? o que veo una persona con un cierto comportamiento y de una identifico rasgos y pongo nombres a las cosas que antes no sabía como distinguir. Pero más importante que todo, pasan días como estos últimos, en los que al igual que hace casi 8 años, pongo distancia física con mis mayores verdugos. Esta vez una distancia mucho más larga y no tan fácilmente accesible. Esta vez, no solo buscando escapar, sin nada más en mente, sino buscando vivir. 

Hay muchas diferencias en la Mariana que escapó hace 8 años de Maracay a Caracas, a la Mariana que está hoy sentada escribiendo esto desde Medellín mientras hoy mismo parte de su familia se reencuentra en Venezuela. Pero me parece que la más importante es el motivo. 

Esa valiente Mariana, sabía que debía irse, que el mundo no se suponía que fuese tan horrible, que la vida no tenía que ser solo sufrimiento y pensó que irse era lo que iba a resolver todos los problemas. El tema es que su único objetivo fue escapar; una vez que estuvo fuera, no supo que hacer con eso. Ella no sabía vivir fuera de ese mundo radioactivo, no conocía otra manera de sentir ni de vincularse, lo que terminó derivando en repetir los mismos patrones con los demás, haciendo que rápidamente esa sensación inicial de libertad, volviera a sentirse como una jaula que simplemente cambian de lugar. 

La Mariana del jueves pasado decidió irse sabiendo que necesitaba salir de esa jaula auto-forjada, pero con muchos más recursos, con otros objetivos en mente, con el reconocimiento de su propio potencial y con el deseo infinito de explotarlo. Gracias, Aristóteles con su ser en potencia, o Zubiri, mi favorito, con la noción del ser que se hace-a-sí-mismo. A ti te debo uno de mis tatuajes, champ. 

Pude haberme quedado. En Septiembre del año pasado no pasaba por mi mente irme, simplemente no podía, debía cuidar de mi hermano, debía esto, debía aquello... Hasta que: oye, tu vida no es una deuda que tienes que pagar. El único deber que tienes es contigo misma. Y ajá ok que lindo suena, porque no les miento que aún estoy en proceso de lidiar con la culpa de haberme ido, con el sentido de una responsabilidad que no me pertenece y nunca me perteneció. Pero, en la serenidad de este momento, sé que es la verdad. Y lo sé también porque mi intuición me lo dice. Decían ayer en el podcast que seguir la intuición era precisamente una forma más de ser auténtico y coherente consigo mismo. Muchos ignoramos nuestra intuición en favor del contexto, de los demás o de lo que "creemos" que queremos, tanto que nos perdemos y vamos a terapia a preguntarnos: ¿quién soy realmente? 

Lo hice mucho tiempo, esto de ignorar mi intuición, porque era una voz muy pequeñita y cuando intentaba hablar, al principio la apagaban otros, luego aprendí a apagarla yo. Es complicado esto del distinguir el yo del no-yo, ¿qué tanto de mi deseo no pertenece al deseo del Otro? ¿hasta qué punto soy capaz de mimetizarme con lo externo que anulo mi ser interior? Aquí les voy nuevamente con otro de mis favoritos: Heidegger, que hablaba de la existencia auténtica, en donde aprendíamos a poner distancia de aquello que no era yo de manera que pudiéramos realmente actualizar (poner en acto) todas nuestras potencias. Esta para él, es la única existencia que realmente cuenta, y a mi me parece lo mismo. Ahora le agregaría, que escuchar nuestra intuición es escuchar precisamente a todas esas potencialidades hablándonos y señalándonos el camino que les permite hacerse-a-sí-mismas. Luego se abre un debate sobre si las potencias son ya preestablecidas o son parte del azar... En mi experiencia, el destino (Dios, universo, naturaleza, como lo llames) te premia cuando vas por el camino correcto, tu lo sientes en el estómago, es como algo que te dice: por aquí es; y te empiezan a pasar cosas buenas, cosas que te dan paz. Pero entiendo que hay personas que apoyan la otra versión y esto ya es un trimestre completo de explicación 😂 

Así que volvamos a el tema de la intuición y escucharse. Les dejo otra pregunta: ¿cómo me puedo realmente escuchar si siempre estoy rodeado de otros? La Mariana de 8 años atrás había aprendido que estaba mal tener un espacio propio, que estaba mal tener reservas, que se debía siempre a los demás. Así que cuando huyó, no pudo estar sola. Le daba tanto miedo estar sola que hacía cosas que ponían en riesgo su vida solo por compañía. Estar sola era de repente escucharme a mi misma, y una vez que esa voz hablaba no podía parar, me atormentaba tanto que intenté que se callara de todas las maneras posibles, y cuando digo todas, sí, estamos ya hablando de la palabra prohibida, that-who-shall-not-be-named: suicidio. 

La Mariana de hace dos años y medio casi lo logra, y aquí es donde la culebra se muerde la cola: volvemos a empezar, al dejarme a mi misma en manos de otros, logré recuperarme. Fue como el ejercicio en actuación de dejarse caer, y pues tuve manos que me sostuvieron con fuerza y me ayudaron a ponerme de pie. Allí empezó mi viaje a empezar a escucharme a mi misma. Fue muy doloroso al principio, volvían a aparecer las mismas escaleras de caracol, el dolor en el estómago, los calambres en las manos, pero esta vez paradójicamente me sostuvieron las manos, me abrazaron y me contuvieron tanto que un día simplemente se fueron las ganas de vomitar o de acabar con todo. Es curioso, pero estuve en un espacio que estaba diseñado para que estuviera sola y me aprendiera a escuchar, pero al mismo tiempo, cuando se volvía muy insoportable, por fin tenía una red de apoyo cercana a la cual acudir. 

Paso por paso, aprendí a estar sola - no, aprendí a amar estar sola. A confiar en mi intuición y a seguir mis verdaderos deseos. Diría que lo aprendí a amar un poco too much, y ahora tengo una batería social más limitada. Ahora un poco el tema es hacerme salir de mi caparazón. Aprendí, y ayer lo dijeron en el podcasts con mis propias palabras, que la felicidad no es más que momentos, que lo que deberíamos aspirar es a tener es paz, del tipo que se mantiene dentro de ti aún cuando las cosas no van bien, aún en la agitación y los problemas. La misma paz que te hace saber que está bien llorar si te sientes triste pero también que eso va a pasar, y que te permite dormir tranquilo de noche porque sabes que al final, todas las cosas toman su curso cuando deben de hacerlo. Una paz, que hoy siento al escribir esto; porque al final del día, cuando me pongo mi pijama, me lavo la cara, me pongo mis cremitas y termino mi journaling (una práctica que estoy retomando), hay una voz interna fuerte que me dice: lo estás haciendo bien, por aquí es, un día a la vez y sobre todo: gracias por escucharme este día, gracias por escuchar-te.

Y sin planearlo tú, acaso, como quien sin quererlo va y lo hace, te vi cambiar tu paso, hasta ponerlo en fase; en la misma fase que mi propio paso. Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener, entrar y salir de fase: amar la trama más que el desenlace. (Jorge Drexler, my dear boy) 

sábado, 19 de agosto de 2017

Fe de errata



Escurridiza
escalera,
puerca
                                    juventud:
                                   cadena.
Sofocante
presa,
indomable
                                    necesidad:
                                    ímpetu.
Latente
inquietud,
abrasadora
                                    furia:
                                    obstáculo.
Inclemente
desesperanza,
sucia
                                    lucha:
                                    Héroe,
          
          ¿cuánto más falta
          para matarte?

domingo, 13 de agosto de 2017

Voy contando los borrones
        y con fuerza
        rompo el papel ya estrujado
porque de nada sirve tanta borona
        a este silencio
        de ventilador y polvo
porque de nada sirven las ideas
        al abandono absoluto
        de mi tinta seca
porque de nada sirve la paciencia
        a la mugre inclemente
        de mis inquietudes
porque de nada sirven las palabras
        a este inquilino oculto
        que se limita a ver al frente

y me habita
el desespero
la impotencia
y el desagrado
de estar aquí pero no ser
ser-en-el-mundo
Dasein, repito,
que me olvido

    y (aún) me irrita 
    la condolencia
    tanto complaining en inacción 
    y busco
    que me atropellen mis versos,
    último recurso,
    a ver si me espabilo 
    Allez !

Déjenme sola
no me sigan el paso
por arrastrarse conmigo
      (no me disculpo, pero)
no controlo el llanto
y que lástima sería
que con tanta tierra suelta
les toque después
hundirse a mi lado en barro.