Intentando escapar de todos esos pensamientos que insisten en hacerte daño. Sientes que tu cabeza explotará, ya no soportas ni un segundo mas.
Entonces, algo ocurre, y termina por socavar tus intentos de auto-control.

Y el miedo aparece a rienda suelta y te roba el poco valor que te quedaba.
Y vuelves a quedar sola, frágil, con la mandíbula tensa y los puños cada vez mas apretados. E intentas no llorar, pero no tienes la fuerza suficiente para evitarlo, y antes de que te des cuenta, las lágrimas empiezan a correr por tus mejillas.
Lágrimas frías, lágrimas de impotencia.
Nada peor que el sentimiento de impotencia...
ResponderEliminar