Hacía frío. Algo que muy extrañamente ocurre en ésta parte del mundo; pero no ese día. Llevaba semanas sintiéndome helada por dentro y ya se había vuelto costumbre.
No estaba sola. El lugar estaba repleto de gente, pero... Me sentía sola.
No tenía ni la mas mínima idea de por que me hallaba en esa feria de comida, ni mucho menos a cuál centro comercial pertenecía. Tenía un presentimiento, disfrazado de unas incomprensibles ganas de llorar.
Me dirigí hacía una de las últimas mesas y decidí sentarme. Al parecer, no era la única con desequilibrios emocionales en ese momento; justo detrás se encontraba un mujer mayor llorando desconsoladamente con un pañuelo que le cubría la nariz. Imaginé aquello como un retrato de mi en un futuro cercano.
No se cuanto tiempo me quede allí aplastada contra la silla. Estaba envuelta en una especie de trance. Mi mente me armaba una trampa...
Cuando recuperé la conciencia, caí en la cuenta de que había estado llorando.
Aunque sabía que nadie había notado siquiera mi presencia, me avergoncé de encontrarme en tan incómoda situación.
Recosté mi cabeza sobre el respaldo de la silla... Y luego de tanto tiempo, sentí su mano nuevamente contra la piel de mis ojos. No lo creía, pero me obligué a creerlo.
- Hola, - no respondí - ¿vas a ignorarme?.
- Voy a hacer caso omiso a tu presencia, si no te importa.
- Si me importa - Y allí iba la primera mentira.
- Hace unas semanas no te importaba - susurré para mi, aunque supe que él lo había escuchado.
- Siempre me ha importado.
- ¿Ah si? Pues no te creo.
- No sería la primera vez...
- ¿Porqué me mientes? Cada palabra que me has dicho desde que nos conocemos han sido mentiras. Me mentiste desde que me dijiste que eras mi amigo; desde que me hiciste creer que te importaba. Me mentiste cuando dijiste que no te molestaba cuando estabas harto de mi. Me mentiste cuando me juraste que algún día yo encontraría el amor como tu lo hiciste sabiendo lo que sentía por ti. Me mentiste cuando dijiste que era bella. Me mientes hoy, estando aquí junto a mi, mientras piensas en ella.
- Yo... ¿sabes? Tu eres mi amiga; solo es que has sido demasiado masoquista para aceptar que yo solo te veo de esa manera, aunque te he mentido, tu has sido la ilusa que se ha tragado todas mis mentiras.
- Entonces, déjame olvidarte, no sigas apareciendo en vida de ésta manera. Lárgate de mis sueños de una vez por todas. Sal de mis pensamientos y deja que el mar se los lleve; por que sin ti en ellos, ya no los necesito.
- No puedo irme si aún estoy en tu corazón... Si me llegara a ir te lo partiría en mil pedazos.
- ¿Y tu crees que yo no soy lo suficientemente fuerte para soportarlo? Cada lágrima que has visto correr por mi mejilla ha sido una grieta mas. Podré sobreponerme.
- Pero no se si yo pueda.
- ¿De qué hablas?.
-Yo te necesito en mi vida Mariana, tanto como tu me necesitas en la tuya.
Y justo allí, me dí cuenta de que nada fue real. O al menos, la mayoría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué opinas?