martes, 22 de octubre de 2013

Si es que quieres irte, vete.
Prometo no juzgarte.
Pero no me abandones en ésta agonía interminable, donde lo que algún día fueron palabras ahora se siente como un incesable silencio.
Si es que quieres irte, anda y vete, pero ya. No repares en despedidas. 
Yo callaré y olvidaré como que si nunca hubo nada. Como que si no nos brillaban los ojos al vernos, como que si a nuestros desvelos les salieran alas. 
Vuelan lejos los recuerdos, vuelan lejos las palabras. Porque si ahora abunda el silencio, antes sobraban ruidosas miradas.
Y si es que te falta el valor para dejarme, yo sin gusto alguno, me despido sin trabas. 
Y no habrá sufrimiento ni lágrimas que hagan falta.
Y me voy, me alejo, y me llevo lo tuyo, lo mío y hasta las sobras de lo nuestro.
No tendrás que ver mi cara de nuevo ni escuchar mi risa entrecortada. No volveré a hablarte con cariño ni a dedicarte ninguna de mis miradas. 
Aunque, como yo lo veo, mucho no te importaría, porque ya debes estar cansado de todas esas cosas mías.
Y es un adiós, lo siento, como los otros (varios) que hemos tenido. 
Y ojalá y me equivoque, pero a éste lo siento definitivo.

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