Los antidepresivos ya no sirven para apagar esa presión en el pecho. Aún siento que sería mejor si durmiera para no despertar. Se me hace tan difícil pensar positivamente la mayoría de las veces. ¿Qué hago? Pues nada, aferrarme a lo único que tengo: los recuerdos de días felices.
A mi parecer hasta las Navidades se han vuelto grises y me he convertido en una especie de 'Grinch' sonriente. Oculta bajo una máscara.
No quiero volver a decaer. No quiero seguir perdiendo personas importantes. No quiero sentir de nuevo el filo de una hojilla en mis muñecas. No quiero pensar en lo que pudo haber sido y no fue. Dios, no quiero ni tener que escribir más sobre esto, pero, ¿que más me queda? Si ya no hay nadie que me escuche y soy incapaz de guardarme las cosas para mi misma.
Y no se crean que todo ha sido tan malo, aún disfruto del clima, y del viento helado recorriendo mi cara, de la comida y de las personas que me rodean. No tanto como quisiera, pero con algo se empieza.
'Perdida en la penumbra;
A la sombra de mis pensamientos obstinados;
Sigo de pie, fatigada;
Buscando algún motivo para luchar.'
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