No retires la mirada,
a paso lento,
sólo acércate y posa tu boca,
a centímetros, milímetros, suspiros,
de la mía.
No apartes tus ojos de los míos,
mientras,
en cuestión de efímeros
minutos, segundos, pestañeos,
fundes tu alma y sus encantos
con la mía y sus demonios.
Observa cómo eres lo único
que habita en mis pupilas,
y háblame, sin despegar los labios,
de cómo haces,
para que un simple roce tuyo,
logre hacerme estremecer.
Detalla con detenimiento,
los pequeños incendios,
que causan tus manos,
cuando recorren cada parte, pedazo u abismo,
de mi desgastada piel.
Y finalmente,
cierra tus ojos,
confía ciegamente en la afinidad de mis dedos con los tuyos,
mientras te muestro,
todo lo que a plena vista no has alcanzado a ver,
y así posiblemente entiendas cómo es que yo te he visto,
en ésta oscuridad perenne,
de una manera en la que nadie más lo hubiese podido hacer.
sábado, 25 de abril de 2015
A través de mis ojos
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