domingo, 2 de agosto de 2015

Cuatro letras

"Érase una vez una prostituta llamada María.
(...)Pero, en fin, como en cada momento de nuestras vidas tenemos un pie en el cuento de hadas y otro en el abismo..." - Once Minutos, Paulo Coelho

Mujeres, 
que somos fuego.
Que en la pasión,
arde,
que en el dolor,
quema,
que en el amor,
moldea
y en el odio,
deshace.
Mujeres,
que derriten con la mirada
y se derriten con un beso,
que incendian pieles
e inundan a mares la suya propia,
y que aún cuando enloquecen
son amadas con locura.
Mujeres,
llamadas putas sin serlo,
que tenemos derecho a valernos de nuestro cuerpo
como nos plazca,
a dejarnos ir a conveniencia,
sin rendir cuentas a nadie.
Que si queremos,
nos desvestimos de vergüenza,
sacamos a relucir los lunares
y nos entregamos a los ojos abiertos de quien,
a nuestro juicio,
merezca contemplarnos.
Porque podemos decidir,
como todos,
hacerle un hueco a la euforia,
al placer que brota de los dedos
(propios y ajenos),
sin cadenas que nos aprisionen,
ni un arma que nos apunte directo a la sien 
y nos obligue a hacerlo.
Así que entiendan,
que si amamos
o nos dejamos amar,
que si tocamos 
o nos tocan,
que si gritamos a cuatro vientos
o nos quedamos calladas,
es porque así, nos da la gana.
Que puta son cuatro letras
y cualquiera con un poco de cordura
ó que haya tenido el privilegio amar a una mujer
sabe que eso nunca bastaría,
ni en lo más mínimo,
para definirla.

1 comentario:

  1. Quien defina a una mujer de esa forma no tiene idea, es ignorante. Alguien que no sabe valorar lo maravillosa que es una mujer es ignorante. No puede esperarse mucho de alguien así, ni siquiera merece la pena preocuparse al respecto.

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