lunes, 7 de septiembre de 2015

Aferrarse a las esquinas

Son las cinco...                        
                                                 (Cómo te pienso)
Se contornea frente a mi el panorama
que las egoístas nubes grises,
celosas de la inmensidad del cielo
y del brillo cegador del sol,
han creado para robar la atención
de quiénes como yo
se apoyan en el alfeizar de una ventana
llenos de resignación.
"Vuelve a la cama"
pronunciarías casi en un rezo
mientras tus manos me dominan por las caderas
y tu boca, ligera, se posa en mi cuello.
Una plegaria sale de mi boca:
quédate                                    
                                                    (Cómo te siento)
A tu lado sobre el colchón
escucho tu respiración ralentizarse
y cierro los ojos
siguiendo el camino que trazan tus besos sobre mis hombros
húmeda como las mañanas de Bogotá,
aferrada a las esquinas
                                                    (a las tuyas)
de las que ya no puedo sostenerme.
Empiezo a odiar los arrogantes kilómetros que nos separan
haciendo desaparecer las huellas de tus labios,
sanando las quemaduras que me ha dejado tu roce
y apagando la memoria de tu risa...

(y aún cuando me resbalo, cómo te quiero)


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