aquel que te trae el viento cada noche alimentando mi ausencia.
Te hablo,
pero solo por el miedo a que si dejo de hacerlo,
en algún momento
más temprano que tarde
dejaré de escuchar tu risa.
Me encanta cuando ríes,
te digo,
aunque creo que mis palabras suenan más como un balbuceo cuando te tengo de frente
y me observas como si fuese algo extraño,
como si realmente valiera la pena mirarme.
Luces tan despreocupado,
eres tan opuesto (o tan igual) a mí.

pero hace mucho perdí la esperanza de encontrarte
o en caso de hacerlo,
de que me esperaras con la misma fe que yo a ti
(y ahora lo haces).
Quiero,
en este momento (siempre),
que dejes la espera y atrapes mi boca en la tuya.
Que me dejes... Pertenecerte.
Te quiero,
a quien eres cuando estas conmigo,
y sin mi,
sólo,
alegre,
triste,
cuando te calientas
o cuando crees que no sientes nada.
Te quiero
a ti y a tus fantasmas
y tengo la certeza de que si somos lo suficiente cuidadosos
tus pedazos rotos y las sobras de mi alma
podrán quererse tanto que mas nunca necesitaran ser sanadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué opinas?