que se es cuando se quiere
escapar del revoltijo
que se nos incrusta dentro.
De que la mente se adormece
y el corazón baja la voz
en este régimen de revoluciones
remitidas al silencio.
Hemos cerrado las puertas
y bajado las persianas
apagado las luces
y escondido bajo la cama
para que aquella infeliz niebla
no se atreva atormentarnos
sacudiéndonos de hombros
y obligándonos a sentir.
Que para nervios los de la piel
y para besos está la almohada,
guarda lo demás en una cajita
y no tienes por qué sufrir.
¿Para qué peinarse con el cabello seco,
para qué caminar derecho
y sonreír por educación?
Aunque, ¿no es esa la lucha consigo mismo,
la sublevación de los pequeños sufrimientos,
lo que nos endurece luego?
Entonces, quiero saber, ¿cómo me desenredo los días,
cómo mirar con atención
y respirar siendo consciente?
No quiero ya vivir la vida escondida,
le daré la vuelta la cama
y la tenderé al revés.
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