(Collage a partir de la foto de Martina Matencio)
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas.
Pecado mío, alma mía.
Suelta como estabas
sentada en aquel columpio
me perdía yo,
hacia atrás, hacia adelante
con el brusco balancear de tus piernas
que puedo volar,
gritabas,
mírame volar
Y parecía que sí
que eras ave
y el columpio ahora era cielo
y te había vuelto a perder el rastro
paladar abajo
Era Lola
hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes.
Me sabias a inocencia
dulce y agria
lo primero por el placer de tu ignorancia
lo segundo por saber que no te duraría mucho
¿Por qué hacías tantas preguntas, niña?
¿No veías acaso que tenías al cielo domado?
nube inconforme
quédate allí
sin darte cuenta
no hagas preguntas
y cierra las piernas
cuando llevaba puestos los pantalones.
Era Dolly
en la escuela.
Era Dolores
cuando firmaba.
Pero
en mis brazos
fue siempre Lolita.
Que desgracia
porque lo sabes
no eres ave
no eres nube
el columpio sigue clavado al suelo
y te has volado los dientes contra la maleza
niña estúpida
¡mira lo que has hecho con la flor bajo tu falda!
Es mejor la muerte
que verte así
en el espejo
con el semblante triste
¿y ahora fumas?
para secarme las alas,
me dice el espejo,
que se me olvida como volar.
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