sábado, 24 de agosto de 2013

The faith against the true.

Tan bajo hemos caído. 
Nuestra identidad ha parado en la basura en ésta sociedad donde cada quien se vale de su alter-ego para subsistir. Ninguna persona demuestra ser como realmente es a los ojos de los demás, dejando ver únicamente una versión de sí mismo; una farsa. La sinceridad ha quedado sin ningún valor, víctima del "montón". La confianza pasó a ser sólo una palabra que la mayoría utiliza para llamar la atención del entorno. Las cosas con demasiado renombre se han convertido en inútiles y estás obligado a seguir la corriente para no ser pisoteado. Somos ejemplo de estéreotipos sociales, quitándole el valor a lo importante y sobrestimando lo patético y común. No hay cambios ni mucho menos iniciativas. Me pregunto, ¿para qué intentar superarse a sí mismo si la misma sociedad ha ido en contra de aquellos que luchan por un ideal?.
Soy fiel creyente de que ninguna lucha es en vano y me he vuelto indiferente solo para no darles el gusto de pensar y vivir como los demás. No puedo seguir el camino de conformismo que se ha impuesto a lo largo de los años, en cualquiera de los aspectos. No es llevar la contraria, es dar a conocer tu punto de vista y ese simple hecho es lo que te hará diferente. Es sobreponerse a los comentarios y ofrecer un contraataque, aunque en el intento muchos quieran hacerte callar. Cada quien tiene su manera de pensar y es por eso que al final hay muchos caminos que conducen al mismo destino. Siempre habrá más de una manera de alcanzar tus objetivos, mientras estés dispuesto a nadar en contra de la corriente.

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