Hoy me tomo un segundo para secar las lágrimas que derramé ayer por la noche cuando le proclamamos a la oscuridad nuestro último adiós.
Maldición, ¿tuvo que haber terminado así?
"Te echo de menos, vuelve, te lo ruego, no te vayas, quédate." dice mi mente, pero es inevitable, si no eras tú, era yo la que me iría, y es mejor así, ahora que no tengo que verte diariamente, ni tendremos que compartir un mismo aire.
No sabes lo que te amo, no sabes lo que te necesito, no sabes que me has roto, me has convertido en nada.
No soy buena para las despedidas, y ahora que todos se han ido, has sido el único al que fui capaz de decirle "Adiós."
Un Adiós que implicaba dejar atrás todo.
No quiero acordarme de nada, de nosotros, del primer día en que te vi.
No debería llorarte.
No debería acostarme pensando en ti, en qué estarás haciendo, en cómo estarás.
Yo solo quiero irme. Y aunque deba, no quiero olvidarte.
Pero no estoy lista para que te vayas, nunca estaré lista, no quiero perderte.
Y mírame, ha acabado, y me he convertido en llanto y miseria.
No valgo ya nada sin ti.
"Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren."
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué opinas?