Palabrería

Cuando se trata de ti se me revuelven las palabras.

Me escuecen las manos por redactarte, 

por componer tu sonrisa en un cuarteto,

por poder ilustrar tu mirada

y separar en pedazos cada tramo de tu piel para así

armarla como un rompecabezas con mis letras...

Son en vano los intentos, 

cortos e insuficientes,

hechos de garabatos que no te hacen justicia.

¿Cómo puedo, amor mío, explicarte que te amo 

sin que suene como un cliché de aquellos?

¿Cómo puedo —si es que existe manera—

dejarte entrever lo que siento por ti?

Que soy un mar picado cada vez que me miras

y un volcán que hace erupción si me tocas,

que sin tu aroma me falta el aire

y sin tus besos, 

pierdo el sentido.

Que he construido mi casa sobre los lunares en tu rostro

y en tu espalda he dejado trazado el camino de ida en caso de que quieras visitarme

(sin boleto de regreso)

Que en un abrazo tuyo tengo todo el calor que necesito

y si todo se viene abajo,

en tu pecho está mi refugio.

Y así un poco más de mil caracteres no lo logren cubrir todo,

tengo la esperanza de que si logras entenderme

es porque, 

quizás, a mi lado

te suceda lo mismo.